El Boletín Islámico Numero 11 Pag 11 palabra dada, elementos esenciales en una guerra justa como la que se está librando en Palestina. Pasando a los factores sociales que me convencieron de adoptar el Islam, mi creencia en el Islam significa que me he convertido en miembro de una nación de 600 millones de musulmanes. Esto no me ha llevado a cortar con mi origen nacional. He vivido más de treinta años en el norte de África, Irán, Líbano, Senegal e Indonesia, y he vagado por el mundo como un nuevo Ibn Battuta, el famoso turista árabe, por todas partes encontré la misma forma de vida, la misma fe y los mismos sentimientos humanos. La sociedad islámica me pareció valiente, sencilla y ermitaña. Me gustaba vivir simplemente de dátiles y leche y no tener nada que ver con los dólares del petróleo, que me temo serían una maldición y no una bendición. En cuanto a los alimentos prohibidos, no me molestan porque nunca he tomado vino, puedo prescindir del cerdo y no fumo. Los cinco pilares de la fe representan la firmeza personal. Los factores culturales que le convencieron de la verdad del Islam. Los europeos siguen hablando con orgullo de lo que han dado a los árabes y al mundo en general. Cuentan las escuelas, los medios de transporte, los teléfonos... etc. Sin embargo, olvidan lo que deben a los árabes, que no es poco. Los árabes han conservado el legado griego. Gracias a ellos hoy leemos a Aristóteles, Sócrates, Platón y otros. Las mayores capitales del saber en el mundo fueron en su momento El Cairo, Bagdad, Tulaytula y Palermo, por citar sólo algunas. La lengua árabe es, ante todo, la lengua de la revelación divina. No se puede tener verdadero acceso a la cultura árabe si no se lee el Corán, que es la fuente de inspiración de los escritores árabes, tanto modernos como antiguos. Los versículos del Corán se citan a menudo en ilustraciones gramaticales. El Sagrado Corán es, de hecho, el pilar del pensamiento árabe. Lea al gran genio Ibn Khaldoun, o al famoso poeta Al Mutanabbi, o al conocido filósofo Ibn Rushd, y a todos los demás, y verá la influencia del Corán en todos ellos. El quinto factor que le incitó a entrar en el redil del Islam. Dice Al abrazar el Islamme encuentro uniéndome a un nuevo campo, un campo diferente de los dos campos en lucha, a saber, el del neocolonialismo y el campo agresivo sionista. Me he unido a un mundo nuevo que se extiende desde Senegal hasta Indonesia, un mundo de sentimientos reales; no me he unido a este mundo por su riqueza, sino porque me gustaban los palestinos que son víctimas de sus propios hermanos como lo son de su acérrimo enemigo. Me he unido al mundo de los trabajadores emigrantes que han ocupado el lugar de los esclavos en nuestra época, y que son unos dos millones de personas en Francia, representando así la segunda comunidad más grande de mi país, por encima incluso de los protestantes y los judíos. He recibido dos felicitaciones por abrazar el Islam, una de un hermano musulmán de Indonesia; y la otra de un sacerdote árabe. Mi primera oración del viernes fue en Noukshott, en la mezquita Rimaal. Aquel gran acontecimiento tuvo lugar el 22 de julio de 1977. A partir de entonces me llamaron Al Mansour Al Shafii. Al Mansour en árabe equivale a mi nombre cristiano Vincent, aunque creo que no hay más partidario que Dios. Estudié en la Escuela de Jurisprudencia Al Shafii por el bien de mis hermanos musulmanes de Indonesia, la mayor comunidad islámica del mundo. EL CORÁN COMO PRECEPTO Y DISCIPLINA DE VIDA A pesar de las constantes investigaciones y análisis del lenguaje del Corán por parte de eruditos y filólogos para encontrar el elemento subyacente que da al Corán su insuperable significado, éste sigue eludiéndoles. Esto se debe a que las facultades inconscientes del hombre parecen responder únicamente a Alá, independientemente de cualquier factor externo, ya sea social, cultural o psicológico. Debido al impacto del Corán en niveles tan profundos de la conciencia, los adversarios de Mahoma temían que la gente lo escuchara, sobre todo los no creyentes. Su influencia sobre quienes lo escuchaban era tan poderosa que Walid ibn Mughirah, un acérrimo opositor de Mahoma (SAW), tras escuchar su recitación dijo: "En verdad rebosa de dulce claridad; es fructífero en lo más bajo y prodigioso en lo más alto, y se eleva por encima de toda dicción humana". Este mismo poder tranquilizador y abrumador del Corán lo experimentó 'Umar ibn al-Jattab antes de abrazar el Islam. Al enterarse de que su suegro y su hermana habían renegado de sus antiguas religiones y declarado su lealtad a Muhammad (SAW) y a la nueva fe, 'Umar corrió a su casa lleno de ira. Sin embargo, al escuchar la recitación del Corán, su ira desapareció y poco después se convirtió en musulmán. El cambio emocional espontáneo que se produjo en Umar se debió a que las palabras del Corán removieron su interior y le calmaron. Del mismo modo, los versículos que hacen palpitar de júbilo los corazones de los creyentes de todo el mundo son igualmente capaces de producir el mismo efecto en el corazón de alguien que aún no ha creído en Alá. Hay en el hombre talentos y facultades innatos que sólo Alá conoce. Sólo Él puede llegar a ellos y hacer que respondan a Sus palabras sin que el alma detecte su verdadera naturaleza. Esta capacidad divina del Corán para adecuarse a infinidad de situaciones confundió tanto a los árabes como a los eruditos no creyentes. Intentaron justificar su incapacidad para comprender este milagro acusando a Muhammad (SAW) de brujería. Afirmaban que había hechizado a quienes se sentían tentados a escucharle, admitiendo que ningún ser humano podía producir una dicción apropiada para tantas situaciones ni podía influir en los pensamientos de la gente sin verse obstaculizado por sus diferentes aptitudes. Si Muhammad (saws) era un hechicero y podía hechizar a quienes le escuchaban recitar el Corán, ¿cómo es posible que a algunos oyentes les influyera el hechizo y a otros no? Si el Corán era realmente una composición propia de Mahoma, ¿por qué los eruditos y lingüistas árabes no pudieron rivalizar en los campos y las artes de la dicción, ya que dichos eruditos se encontraban en una posición superior a la de Mahoma (SAW), de quien se sabía que era analfabeto? ¿Qué les impedía desenmascararlo si era un impostor como afirmaban? La respuesta es que el Corán es el discurso de Alá, y ningún hombre puede competir con Él. A esos oponentes Alá les dice: "No es discurso de poeta - ¡poco es lo que creéis! Ni discurso de adivino, ¡poco es lo que recordáis!" (Al-Haqqah 69:41-2) Ni siquiera esta respuesta está exenta de dudas, ya que la poesía se rige por la métrica y otros recursos literarios. La suposición de que la lengua del Corán era el verso métrico en el que se observan las reglas de la poesía es totalmente falsa. Los árabes, más que ningún otro pueblo, lo sabían por su habilidad superior en poesía. Su hipocresía y negación de Alá fueron afirmadas al decirles Alá: "¡Poco es lo que creéis!". Del mismo modo, la alegación de que el Corán era el lenguaje de un adivino es igualmente infundada. Aparte de que un adivino, como cualquier otra persona, es propenso al olvido con el paso de los años, puede necesitar modificar su discurso según las necesidades de cada nueva situación. De ahí la observación de Alá: "¡Poco es lo que recordáis!". Además, las palabras de un adivino están cargadas de convenciones del habla que, por muy elaboradas que sean, no pueden aplicarse a más de una situación utilizando las mismas palabras y refiriéndose a un mismo MILAGROS DEL CORAN
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