El Boletín Islámico Numero 12 Pag 8 La mujer, en el Islam, fue creada por Dios para ser la compañera del hombre. El Creador creó en el hombre y la mujer una correspondencia mutua para que cada uno encontrara satisfacción en el otro. El Corán llama al hombre y a la mujer una "prenda" el uno para el otro, lo que significa su cercanía recíproca (¿qué hay física y continuamente más cercano a uno mismo que la propia ropa?), su interdependencia mutua. En cuanto a los deberes religiosos, el Islam ha hecho que los sexos sean absolutamente iguales. Ha eximido a las mujeres de estos deberes cuando están menstruando, embarazadas o recuperándose del parto. A diferencia de la mayoría de las sociedades de la época, el Islam, desde sus inicios, reconoció a la mujer como personalidad jurídica autónoma con derechos civiles. Como persona jurídica completa, a la mujer musulmana adulta se le concede el título de conservar su nombre para siempre. Tiene derecho a adquirir, conservar y vender bienes a su antojo con total libertad. Debe obtener su consentimiento para cualquier transacción que la implique, ya sea el arrendamiento de su propiedad, el cultivo de su campo o, sobre todo, su matrimonio. No se la puede obligar a nada. A menos que sea menor de edad y, por lo tanto, dependa de sus padres o tutores, o a menos que haya designado a otra persona para que sea su abogado o representante, debe ejercer sus derechos en persona para que una transacción sea legalmente válida. La mujer, en el Islam, no se considera la fuente del mal. En la creencia islámica, ella no tentó a Adán; ni el diablo ni la muerte, física o moral, vinieron al mundo a través de ella. El Corán cuenta que Dios había prohibido a Adán y Eva tocar cierto árbol y que ellos desobedecieron y tuvieron que ser expulsados del Paraíso. No dice que el acto de desobediencia fuera sexual, ni que tuviera nada que ver con el "árbol del conocimiento". "Además, el Corán añade que el acto desobediente fue arrepentido y que Dios perdonó a sus autores. Evidentemente, la culpa era puramente de desobediencia. El Corán incluso explica el acto como el resultado del olvido humano (Corán 20:115), que el Islam considera punible debido a la enorme importancia que concede a la responsabilidad moral. Por lo tanto, en el islam no hay "caída" ni "pecado original" resultante de ningún tipo. La mujer, por tanto, es inocente. Es un bien positivo, un consuelo, una fuente de felicidad y plenitud para el hombre, como el hombre lo es para ella. Las relaciones entre el hombre y la mujer deben ordenarse y regirse si se quiere satisfacer la exigencia ética de responsabilidad. Para ello, el Islam ha creado todo un sistema de leyes que rigen esas relaciones, pues considera que los asuntos entre hombre y mujer no pueden dejarse al capricho del momento ni a los arreglos de otros. El propio matrimonio, como institución, es considerado por el Islam como el cumplimiento solemne del requisito ético de la responsabilidad. Al condenar los actos sexuales fuera del matrimonio como delitos punibles, el Islam no lo hace porque el sexo sea malo en sí mismo, sino porque se ha practicado de forma irresponsable. El Islam considera que en las relaciones hombre-mujer hay un lado físico y un lado emocional, así como un lado espiritual. Además, sostiene que el adulterio es una realización del lado físico, y que a menudo se comete a costa del lado emocional a largo plazo, y siempre a costa del espiritual. Porque en el adulterio uno de los miembros de la pareja siempre utiliza al otro, o se deja utilizar, como un objeto. Cuando uno de los miembros de la pareja tiene el debido respeto por el otro, seguramente debería estar dispuesto a transformar la relación en matrimonio. En el Islam, el matrimonio no es un sacramento, sino un contrato civil por el que los cónyuges proclaman libremente su intención de considerarse en lo sucesivo como fines y no como medios LA RETÓRICA Y LA EXCELENCIA DEL CORÁN La lengua del Corán es insuperable en cuanto a precisión de significado y expresión. Cada letra y cada palabra tienen su lugar, mientras que el lenguaje está libre de faltas. Estas características únicas se manifiestan en el uso de una sola letra o de una preposición, como se demuestra en el versículo siguiente: "Di (a los incrédulos): Viajad por la tierra..." (Corán al- An'am 6:11) Aquí, el lector puede preguntarse por qué Alá ha utilizado la preposición Fi' ('en') en lugar de 'Ala ('sobre') como dicta el uso correcto del árabe. Sin embargo, esta estructura podría justificarse si asumiéramos que la proposición Fi' ('en') conlleva adverbialidad, y consideráramos que la palabra Al-ard ('tierra') es un adverbio de la palabra 'andar', y el significado lo permitiera. Pero en el Corán no se admite la verosimilitud. Cada expresión se mide para ajustarse estrictamente al significado que transmite sin dejar sombra de duda sobre su interpretación. Cada letra o palabra tiene un significado y un propósito definidos que se revelan fácilmente a la mente inquisitiva. Con el avance de la ciencia sobre la naturaleza y el funcionamiento de nuestro universo, hemos llegado a saber que la Tierra no se limita a sus componentes terrestres y acuáticos. También comprende una envoltura gaseosa que se adhiere a ella y le da vida, y sin la cual la vida en la Tierra habría sido imposible. Los seres humanos que viven en la Tierra aprovechan las propiedades de esta extensión gaseosa o atmósfera para su beneficio y progreso exactamente igual que aprovechan la corteza rocosa y las superficies líquidas, o la tierra y el mar. Así, cuando viajamos en un avión a unos treinta mil pies por encima de la superficie de la Tierra, todavía nos movemos dentro de los límites de la Tierra. Pasamos más allá de este límite cuando cruzamos el límite de la atmósfera y nos sumergimos en el espacio. Este hecho científico era un misterio para el hombre cuando el Corán fue revelado por primera vez. Sólo Alá poseía este conocimiento. Ahora sabemos que vivimos y nos movemos en medio de dos capas de materia: la materia sólida de la tierra y la materia gaseosa que es el aire. Nadie ignora hoy que los tres estados de la materia son sólidos, líquidos y gaseosos, pero este conocimiento primario no estaba al alcance del hombre hace catorce siglos, y ni Mahoma ni nadie podía saberlo. Otro ejemplo de la exactitud del uso y la claridad del significado, donde no existe redundancia ni sinonimia, puede verse en los versículos siguientes: "... Y persevera en todo lo que te suceda. He ahí el corazón firme de las cosas". (Corán Luqman 31:17) "Y, en verdad, quien es paciente y perdona, ¡he aquí que ése, en verdad, es (del) corazón firme de las cosas". (Corán al-Shura 42:43) En el segundo versículo, la preposición "de" (LAMIN) puede pasar desapercibida o tomarse como un sinónimo enfático. Pero no es así, porque cada letra o palabra de la lengua del Corán está seleccionada con sumo cuidado para transmitir un significado intrínseco y un propósito definido. En el Corán no existe la sinonimia. Cada letra y palabra tiene su propio significado fijo que ninguna otra palabra puede expresar con la misma precisión, independientemente de su aparente similitud. Si consideramos detenidamente la meticulosa selectividad de las palabras de los versículos anteriores y su significado subyacente, pronto nos daremos cuenta de que hay dos tipos de paciencia. En el primer tipo no hay un adversario directo o una persona responsable de las dificultades o la desgracia; por ejemplo, un ladrillo que cae de un edificio en construcción sobre la cabeza de un peatón desprevenido, o el derrumbe de una casa recién construida sobre unos inquilinos que duermen pacíficamente. En todos los incidentes y desgracias de esta naturaleza ningún individuo es responsable de la desgracia de la víctima. Por lo tanto, es fácil para el desafortunado contener su ira y aceptar su desgracia como un acto de Alá. Este tipo de paciencia no requiere mucha energía y puede lograrse fácilmente. Pero la paciencia que es "verdaderamente del corazón firme de las cosas" es la que implica a un antagonista contra el que la víctima tiene la libertad de vengarse y tomar represalias, pero prefiere reprimir su ira y sus tendencias vengativas y perdonarle. Alá considera que este tipo de paciencia es más digna que la primera porque en este tipo el agraviado está dominado por sus instintos y sentimientos de injusticia, y tiene que ejercer un gran autocontrol. El temor a Alá lo refrena y se abstiene de responder al mal con el mal. En los versículos anteriores, Alá define los méritos de los dos tipos de paciencia y sus MILAGROS DEL CORAN
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