Page 183 - Sahih Al-Bujari

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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
‘Venimos ante vosotros de este hombre (Muham-
mad) y le oímos decir cosas que si queréis os rela-
taremos’. Dijeron los insensatos de Quraysh: ‘No
tenemos necesidad de que nos informes lo que ha
dicho’ y los más sensatos le dijeron: ‘Dinos lo que
oíste’ y él les respondió: ‘Le oí decir tal y tal cosa’,
y les relató lo que le dijo el Profeta (B y P). Enton-
ces, ‘Urwa bin Mas‘ûd se levantó y dijo: ‘¡Oh gen-
te! ¿No sois los hijos? ¿No soy el padre?’ Dijeron:
‘Claro que sí’. Dijo: ‘¿Desconfiáis de mi?’ Dijeron:
‘No’. Dijo: ‘¿Sabéis que yo solicité a la gente de
‘Ukáz que os socorran y, cuando ellos se negaron,
vine a vosotros con mi familia, mis hijos y los que
me obedecen?’ Dijeron: ‘Claro que sí’. Dijo: ‘Pues
este hombre os ha presentado una propuesta ra-
zonable; aceptadla y dejad que vaya a él’. Dijeron:
‘Vé ante él’. ‘Urwa fue ante Profeta (B y P) y se en-
trevistó con él. El Profeta (B y P) le dijo lo mismo
que dijo a Budayl. Entonces ‘Urwa dijo: ‘¡Muha-
mmad! ¿No tienes escrúpulos para cortar así los
lazos de parentesco? ¿Has oído, acaso, de algún
árabe que haya roto relaciones con su familia an-
tes que tú lo hagas? Y si te azota la derrota, ¡Por
Dios! No veo gente digna (contigo) sino que veo
gente de varias tribus que huirían y te dejarían
solo’. Abû Bakr le dijo: ‘¡Húndete en la ignominia!
¿Nosotros huiremos y lo dejaremos?’ ‘Urwa pre-
guntó: ‘¿Quién es este hombre?’ Le dijeron: ‘Es
Abû Bakr’; entonces dijo a Abû Bakr: ‘Si no fuera
que tú me hiciste un favor y yo no te lo he devuel-
to te respondería’. Y ‘Urwa siguió hablando al
Profeta (B y P); y le tomaba de la barba mientras
le hablaba. Al-Mugîra bin Shu‘ba estaba de pie
detrás del Profeta (B y P) con una espada en su
mano y vistiendo un casco; cada vez que ‘Urwa
quería tomar la barba del Profeta (B y P) con su
mano Al-Mugîra le golpeaba la mano con el man-
go de la espada y le decía: ‘Quita tu mano de la
barba del Mensajero de Dios (B y P)’. ‘Urwa le-
vantó la cabeza y dijo: ‘¿Quién es éste?’ Le dijeron:
‘Al-Mugîra bin Shu‘ba’. Dijo: ‘¡Oye traicionero!
¿Acaso no estoy procurando evitar el mal de tu
traición?’ Y es que Al-Mugîra había acompañado
a unas personas antes de islamizarse; los mató a
todos y luego se islamizó. El Profeta (B y P) le
dijo: «Acepto tu islamización; pero los bienes que
tomaste no quiero tener nada que ver con ellos».
Luego ‘Urwa empezó a observar con atención a
los sahabas del Mensajero de Dios (B y P). ¡Por
Dios! Siempre que el Mensajero de Dios (B y P)
escupía estaba la mano de uno de ellos para reci-
bir el esputo y luego frotarse con él su cara y su
piel. Si les ordenaba algo se apresuraban a cum-
plir sus órdenes. Cuando se hacía la ablución casi
peleaban por recoger el resto del agua que usaba.
Cuando hablaba ellos bajaban la voz y no osaban
levantar su mirada hasta él en veneración. Cuan-
do ‘Urwa volvió a su gente les dijo: ‘¡Oh gente!
¡Por Dios! Yo formé parte de delegaciones al Cé-
sar, a Cosroes y al Negus. ¡Y por Dios! No he visto
rey alguno tan venerado como la gente de Muha-
mmad venera a Muhammad. ¡Por Dios! Si escupe
está la mano de uno de sus sahabas para recoger
el esputo y frotárselo por el rostro y la piel. Si les
ordena algo se apresuran a cumplirlo y si hace la
ablución ellos casi se pelean por recoger los restos
del agua que usa. Cuando habla ellos bajan la voz
cerca de él y no lo miran directamente por vene-
ración. Él os ha presentado una oferta razonable,
así que aceptadla’. Un hombre de la tribu Banu
Kinâna dijo: ‘Dejad que yo vaya a él’. Le dijeron:
‘Puedes ir’. Cuando estuvo a la vista del Profeta
(B y P) y de sus sahabas, el Mensajero de Dios
(B y P) dijo: «Este es fulano y es de una gente que
venera los animales del sacrificio así que traed los
animales que son ofrenda de sacrificio ante él». Al
llegar vio los animales y la gente lo recibió ento-
nando la talbiya. Cuando vio eso dijo: ‘¡Glorifica-
do sea Dios! No es correcto que a esta gente se le
impida visitar la Casa Sagrada’. Cuando volvió a
su gente, les dijo: ‘Vi los animales engalanados
(con cintas de colores) y consagrados (con mar-
cas en sus lomos). Así es que no creo que sea co-
rrecto prohibirles visitar la Casa Sagrada’. Enton-
ces se levantó un hombre llamado Mikraz bin
Hafs y dijo: ‘Dejadme ir ante él’. Le dijeron: ‘Pue-
des ir’. Cuando lo vieron llegar el Profeta (B y P)
dijo: «Ese es Mikraz, es un hombre viciado».
Cuando Mikraz empezó a conversar con el Profe-
ta (B y P) llegó Suhayl bin ‘Amrû y el Profeta
(B y P) dijo: «Ahora se ha puesto fácil el asunto».
Suhayl dijo: ‘Ven y concretemos un acuerdo escri-
to’. El Profeta (B y P) llamó a su escriba y le dijo:
«Escribe: En el nombre de Dios, el Clemente, el
Misericordioso». Suhayl dijo: ‘Eso de ‘...el Cle-
mente...’ no sé qué significa; así que escribe: ‘En
Tu nombre ¡Oh Dios!’ como hacías antes’. Los
musulmanes dijeron: ‘No ¡Por Dios! Sólo escribi-
remos: ‘En el nombre de Dios, el Clemente, el Mi-
sericordioso». El Profeta (B y P) dijo: «Escribid:
‘En Tu nombre ¡Oh Dios!’». Luego dijo: (Escribe)
«Esto dictamina Muhammad, Mensajero de
Dios». Suhayl dijo: ‘¡Por Dios! Si supiéramos que
tú eres el Mensajero de Dios no te prohibiríamos