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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
XXXIV
El salat en el lugar donde se
tienen camellos
273.
Nâfi’ dijo: ‘Vi a Ibn ‘Umar rezando con su
camello frente a él; dijo: ‘Vi al Profeta (B y P) ha-
cer lo mismo»’’.
XXXV
Quien reza teniendo frente a el
un horno, un fuego o cualquier
otra cosa de las que se solía
adorar, con la intención de ha-
cerlo por la sola complacencia
de Dios
274.
Anas dijo: ‘El Profeta (B y P) dijo: «Mien-
tras rezaba el fuego fue expuesto ante mí»’.
XXXVI
Es desaconsejable realizar el
salat en los cementerios
275.
Ibn ‘Umar dijo: ‘El Profeta (B y P) dijo:
«Realizad algunas de vuestras oraciones volunta-
rias en vuestras casas; no hagáis de vuestras casas
cementerios»’.
XXXVII
276.
‘Âisha y ‘Abdullah Ibn ‘Abbâs relataron:
‘Cuando le llegaron los momentos postreros al
Mensajero de Dios (B y P), empezó a cubrirse el
rostro con una manta de lana que tenía. Cuando
sintió calor y le faltó el aire, descubrió su rostro y
dijo: «Dios ha privado de Su Providencia a los ju-
díos y cristianos que construyeron sobre las tum-
bas de sus profetas lugares de culto» advirtiendo
(a los musulmanes) sobre lo que hicieron’.
XXXVIII
Una mujer durmiendo
(o residiendo) en la mezquita
277.
‘Âisha relató: ‘Había una esclava negra
que pertenecía a una tribu árabe. Esta tribu la li-
beró pero ella se quedó con ellos. (La esclava li-
berta) Dijo: ‘Una vez, una chica de ellos, salió con
una banda de cuero rojo decorada con piedras
preciosas. Esta banda se le cayó o la dejó en al-
gún lugar. Un gavilán pasó por allí, la vio tirada y
pensando que era un pedazo de carne, se la llevó
volando. Esa gente la buscó pero no la pudieron
encontrar y me acusaron de haberla robado. Em-
pezaron a revisarme e incluso revisaron mis par-
tes íntimas. ¡Por Dios! Mientras yo me encontra-
ba así con ellos, el mismo gavilán pasó volando y
soltó la banda entre ellos. Yo les dije: ‘Esto es por
lo que me acusabais, así creísteis pero yo soy ino-
cente y así es.’» ‘Âisha añadió: ‘La esclava fue ante
el Mensajero de Dios (B y P) y se islamizó. Tuvo
una tienda o una pequeña habitación dentro de
la mezquita. Solía venir a mí y conversar conmi-
go; y cada vez que se sentaba conmigo decía: ‘El
día de la banda fue uno de los milagros de nues-
tro Señor. Ciertamente El me rescató de entre los
incrédulos’. Y yo le pregunté: ‘¿Qué es lo que pasa
contigo? Cada vez que te sientas conmigo dices
eso’ y ella me contó esta historia’.
XXXIX
Hombres durmiendo en la
mezquita
278.
Sahl Ibn Sa‘d dijo: ‘El Mensajero de Dios
(B y P) llegó a la casa de Fâtima y no encontró a
‘Alí allí. Dijo: «¿Dónde está el hijo de tu tío pater-
no?» Ella respondió: ‘Sucedió algo entre él y yo y
se enojó conmigo. Salió y no ha dormido su sies-
ta conmigo’. El Mensajero de Dios (B y P) dijo a
un hombre que lo busque. El hombre volvió di-
ciendo: ‘¡Mensajero de Dios! Está durmiendo en
la mezquita’. El Mensajero de Dios (B y P) fue allá
y lo encontró echado; su manto se le había caído
a un lado y él estaba cubierto de tierra. El Men-
sajero de Dios (B y P) empezó a quitarle la tie-
rra mientras le decía: «Levántate entierrado (
Abû
Turâb
) . Levántate entierrado»’.
XL
Cuando uno entra en la
mezquita debe rezar dos rak ‘ât
antes de sentarse
279.
Abû Qatâda Al-Sullami dijo que el men-
sajero de Dios (B y P) dijo: «Si uno de vosotros
entra en una mezquita debe rezar dos rak‘ât antes
de sentarse».
(1) Este es el origen del apodo (Abû Turâb) con se que
conoce a ‘Alî.