LA PRÉDICA DEL ISLAM EN LA MECA
CRONOLOGIA DE EVENTOS EN LA VIDA DEL PROFETA MOHAMMAD (SAS)
Entre los profetas que Dios ha enviado a la humanidad, el único que tiene una biografía que ha sido conservada es el profeta Muhammad, la suya es un relato completo de su vida, de sus palabras y sus instrucciones.
El profeta Muhammad nació en la Meca en el año 570 de la era cristiana, a las 9 AM. un lunes 12 de Rabi I, 29 de abril. Su padre, Abdulah, murió poco antes de su nacimiento; su madre, Amina, por ser muy pobre, buscó ayuda y refugio con AbdulMuttalib, abuelo de Muhammad, quien era muy generoso , pero estaba arruinado. La situación era muy difícil para la madre y su hijo.
Amina no pudo alimentar a su hijo más que unas pocas semanas, pues su pecho se secó y tuvo que buscar una nodriza beduina de nombre Halima bint Zu´aib, quien era muy pobre y vivía en un valle del desierto; pero desde el momento en que tomó al niño, les llegó la lluvia y crecieron los pastos trayéndoles bienestar. Los beduinos decían que Muhammad tenía Baraka, bendición.
Al cumplir los cinco años de edad, Amina, la madre de Muhammad lo reclama, añorando a su hijo; y Halima, aunque triste, comprende y lo entrega a su madre. Al poco tiempo su madre Amina cae enferma y muere, quedando Muhammad huérfano de padre y madre a los seis años. Su abuelo, Abdulmutta-lib, se queda con el niño, pero al cumplir Muhammad los ocho años, su abuelo y primer tutor también fallece, quedando el niño nuevamente solo.
Su tío, Abu Tálib, le recibió en su casa, pero también era muy pobre y tenia una familia muy numerosa. Muhammad tuvo que trabajar para ayudar al mantenimiento de la familia, como pastor, dependiente de comercio, aguador, recadero y ayudante en las caravanas.
Muhammad no mintió nunca. Su gente era testigo de su lealtad; incluso sus peores enemigos no le acusan de haber proferido una mentira en toda su vida. Habló cortésmente, nunca empleo un lenguaje obsceno. Su personalidad y modales eran encantadores; en sus relaciones con sus semejantes siempre siguió los preceptos de justicia. Nunca engañó a nadie en el comercio; la comunidad entera le llamaban Amín (el sincero y digno de confianza); incluso sus enemigos le depositaban sus bienes para tenerlos en seguridad.
El pueblo donde vivía consideraba la embriaguez y el juego como virtudes, pero Muhammad no bebió jamás, ni jugó juegos de azar. Aunque su pueblo era idólatra, Muhammad siempre tuvo un alma pura sabiendo que nada en los cielos y la tierra es digno de adoración salvo el único y verdadero Dios, y que ninguna imagen puede ser el Dios Omnisapiente y Omnipotente. Así pues, Muhammad no se inclinaba ante ninguna criatura y no participaba de las ofrendas hechas a los ídolos.
En el año 595, era cristiana, Muhammad , de 25 años de edad, se casa con Jadiya, quien tenía 40 años y le dió seis hijos.
LA KAABA
En la Meca se encuentra la Kaaba, el altar que el profeta Abraham (LPSCE) y su hijo Ismael(LPSCE) levantaron para adorar a Dios. En la época del profeta Muhammad llegaban a la Kaaba muchas tribus y cada una traía un dios diferente, un ídolo diferente, que era colocado en la Kaaba para ser adorado, llegando a más de 360 dioses e imágenes. Esto hacía de la Meca una ciudad con mucho peregrinaje y comercio, que eran explotados por los gobernantes de la ciudad.
LA PRIMERA REVELACIÓN
La revelación de Dios llegó a Muhammad cuando éste tenía 40 años de edad. Estando en uno de sus frecuentes retiros y me-ditaciones en la cueva de Hirá, le sucedió algo que cambiaría la historia de la humanidad. Una de las últimas noches del mes de Ramadán, Muhammad ve como una luz intensa penetra la cueva y escucha una voz que le dice: “Lee”, Muhammad responde: “No se leer”. La aparición le ordena: “Lee”, Muhammad responde nuevamente: “No se leer”, y la luz le dice: “Lee en el nombre de tu Señor, el que creó; creó al hombre de un espermatozoide. ¡Lee! tu Señor es el más Generoso, que ha enseñado al hombre lo que no sabía.” (Corán 96:1-5) Después de esto, Muhammad siente que el mensaje le queda grabado en el corazón y la memoria.
Cuando salía de la cueva oyó una voz procedente del cielo que le dijo: “Oh Muhammad, tu eres el profeta de Dios, yo soy el ángel Gabriel.” Muhammad levantó los ojos y vio la figura del ángel, que ,radiante, le seguía donde quiera que fijaba la vista.
Las revelaciones llegan al profeta a través del Arcángel Gabriel y descienden en los momentos más inesperados: cuando Dios lo dispone. Durante los siguientes 23 años, Dios revela a Muhammad los mensajes que contienen las enseñanzas del Islam y se encuentran en el Sagrado Corán.
La característica principal del Islam es que no admite separación alguna entre los asuntos de la vida terrena y los asuntos de la vida espiritual. No se limita sólo a purificar la parte espiritual del hombre sino que su dominio se extiende al orden social, político, moral, económico, etc. Sin que nada se escape al veredicto de Dios en la forma de vida islámica.
LA PRÉDICA DEL ISLAM EN LA MECA
Cuando Dios el Todopoderoso ordena a Muhammad que divulgue el Islam, éste congrega a su gente en la colina de Safa y les dice: “¿Os gustaría vencer a vuestro mayor enemigo?” La multitud preguntó: “¿Quién es y donde está ese enemigo?”. Muhammad contestó: “El enemigo sois vosotros mismos y se esconde en vuestro corazón, boca y mente…está en vuestro corazón, pues adoráis a falsos dioses; y en vuestras mentes, pues sois idólatras, y en vuestras palabras, porque alabáis a fetiches, imágenes y objetos inanimados. Dios es único y no tiene intermediarios, mediadores ni copartícipes. Si Les adoráis y cumplís con Sus ritos y creencias, yo os ofrezco en Su nombre las bendiciones de este mundo y las delicias del paraíso. Volved al camino recto. Glorificad a Dios, Creador de los Mundos, Señor del Día del Juicio Final”.
La gente se sorprendió mucho al oír estas palabras, pues creían en muchos dioses y adoraban a los más de 360 dioses e imágenes en la Kaaba. Adorar a un solo Dios Omnipotente y Omnipresente significaba acabar con sus dioses y cambiar su forma de vida. Si se sometían a Dios tenían que dejar sus pasiones, vicios y corrupción, que los gobernantes de La Meca explotaban. Abu Sufián lidera la oposición al profeta y llama a Abu Tálib para que acalle a su sobrino, porque pretendió “prohibir el culto de los dioses que nuestros padres adoraban” y añade: “Le declararemos la guerra si no le haces callar. Dile que le daremos riqueza, poder y oro; lo que pida.” Abu Tálib cuenta esto a su sobrino Muhammad y este responde: “¡Oh tío mío! ¡Cuán grato sería complacerte! Pero, por Dios, aunque me pongan el sol en mi derecha y la luna en mi izquierda para que deje el mensaje de Dios no lo dejaré, aunque me cueste la vida”.
Ante la negativa del profeta, se inició una fiera persecución en contra de los musulmanes; fueron torturados, asesinados y desterrados; se emplearon los medios más radicales y más violentos. Abu Sufián afirmaba: “Cualquier medio es lícito, ante la imperiosa necesidad de acallar a quien habla mal de los dioses de nuestros antepasados…”
Los habitantes de la Meca, idólatras y materialistas, no podían admitir las prédicas del profeta, que cambiarían un sistema de vida al cual no quieren renunciar. Las ideas de Muhammad les eran inadmisibles por dos razones. Una moral: aceptar que sus padres y antepasados adoraban a dioses falsos, ídolos e imágenes; esto implicaba una censura y un castigo eterno, lo que destruiría la gloriosa imagen de sus antepasados. Otra de tipo económico: La Meca no tiene industrias ni zonas agrícolas, ni minerales ni artesanías; toda la economía se basa en los peregrinos y las caravanas, trayendo los vicios, la bebida alcohólica, la prostitución y la usura, que eran bien explotados y beneficiaban a los gobernantes de la Meca.
Cuando Muhammad intentaba predicar, una turba de asalariados de Abu Sufián cubría su voz con gritos y cantos obscenos; por las noches dejaban basura y restos de carroña en su puerta. No le podían matar por temor a la venganza de su tribu, que era muy influyente.
Una tarde, cuando el profeta rezaba, Abu Yahl, cubre su cabeza con el estómago de un camello, lleno de sangre y excrementos; Ruqaiya, la hija de Muhammad, corta las ataduras salva a su padre de la asfixia. Lleno de sangre e inmundicias, el profeta dijo: “Vamos a casa, debo cumplir con la oración, el más sagrado y reconfortante de los deberes.”
Muhammad envía un grupo de musulmanes a refugiarse en Abisinia, gobernada por el Negus, un rey cristiano. Este los recibe fraternalmente, porque los fundamentos de la religión islámica no varían mucho de la religión cristiana monoteísta. Los enemigos del profeta en la Meca enviaron emisarios y presentes valiosos para que se les entregue los “rebeldes fugitivos”, pero el rey, conocedor de la religión islámica, que tanto respeto muestra por Jesús y María, les dijo después de trazar una línea en el suelo: “La diferencia entre su religión y la nuestra es menor que esta línea, recoged vuestros presentes, los musulmanes son mis huéspedes y se pueden quedar el tiempo que quieran”.
Los musulmanes que quedaron en la Meca, fueron torturados o muertos, casi todos perdieron sus bienes, como Suhaib Arrumi. Los camellos de sus caravanas se contaban en centenares y poseía una de las villas más suntuosas en Taif, aún así prefirió renunciar a sus bienes antes que abandonar la fe islámica.
PRIMERA MEZQUITA DEL ISLAM
Los musulmanes emigraron finalmente a Medina, donde fueron acogidos por sus nuevos hermanos de fe; el profeta fue el último en dejar la Meca, a pesar del gran riesgo que le significaba. Una vez llegado a Medina empezó la construcción de la primera mezquita del Islam. El profeta trabaja como albañil durante varias horas al día, y ya no es joven, pues ya pasó de los cincuenta años. Piensa que cualquier trabajo es digno, pero la construcción de una casa para adorar a Dios es algo realmente meritorio y se siente muy feliz de hacerlo. Para llamar a la oración se elige la voz humana; el muecín llama a los creyentes a la oración, a la felicidad, la recompensa y el éxito en ésta vida y en la otra por venir.
En Medina se forma el primer Estado Islámico, y Muhammad hace las veces de gobernante y juez, además de Jefe militar en las campañas, la situación fue bastante difícil al principio, pero ,con mucha paciencia y devoción , los musulmanes soportan los ataques de los idólatras de la Meca y las intrigas de los hipócritas y judíos de Medina.
El profeta se dirigía a los musulmanes de pie, recitándoles las suras del Corán, que hablan de la unicidad de Dios, de Su magnificencia, Su justicia y misericordia. El profeta ordena a los musulmanes practicar la caridad , la cual tiene matices muy variados – La sonrisa frente a un hermano desconsolado es caridad – Dar agua al sediento es caridad – Orientar al que anda perdido es caridad – guiar a un ciego es caridad – Hacer compañía al solitario es caridad – Hospedar al viajero es caridad. También enseña que no es un creyente quien se acuesta con el estómago lleno mientras sus vecinos pasan hambre.
EL ÚLTIMO MENSAJE
Después de varias batallas y la entrada de multitud de pueblos en el Islam, los musulmanes lograron entrar en la Meca victoriosos, y sin derramar sangre. Limpiaron la Kaaba de todos los ídolos a los que se rendía culto y entonces rezaron al Dios Único, el Clemente, el Misericordioso, Dueño y Creador de los mundos.
El profeta se siente muy feliz de volver a su ciudad natal, pero su lugar está ahora junto a los musulmanes en Medina, la capital del primer Estado Islámico, fundado con la premisa de practicar el bien y prohibir el mal, adorar solo a Dios, el Único.
El profeta volvería a la Meca un poco antes de morir, en la llamada “Peregrinación de la Despedida”. Allí, ante alrededor de cien mil personas, recuerda a los fieles el cumplimiento de los preceptos islámicos: Queda prohibido el adulterio, la prostitución y las obscenidades – Queda prohibido el asesinato, el falso testimonio, el robo, la usurpación, el pillaje – Queda prohibida la usura y la calumnia. todos los asuntos de la nueva nación quedan reglamentados: La tenencia de tierra, el uso del agua, la propiedad privada, el tráfico comercial, los tributos legales y las relaciones internacionales. El profeta les dice: “Sed testigos que cumplí con la misión y os hice llegar el mensaje, sed testigos.” les recomienda: Cuidar de los bienes de los huérfanos, ser considerados con las viudas y los ancianos, generosos con los necesitados, respetuosos con las mujeres; ser recatados en el lenguaje y la forma de vestir, ser justos ante todo y no olvidar que los creyentes son hermanos. Todos los hombres son iguales, excepto en el temor y la adoración de Dios. Todos los musulmanes integran, en igualdad de derechos, la Umma (Comunidad Islámica).
Después de esto retorna a Medina y empieza a debilitarse. Ya se había completado la revelación divina y él cumplió con la divulgación de su mensaje, la historia no sería igual después de él, el Sello que cerró la larga lista de profetas de Dios. Se iba dejando una generación de creyentes que llevarían el mensaje de la adoración de Dios, el Único,(el Monoteísmo) por todo el mundo, trayendo luz y salvación para la humanidad. “Procurad la ciencia, aunque sea en la China” les dijo. Había nacido la civilización islámica.
A los 63 años de edad, el 12 de Rabi I del año 11 de la Hégira (632 EC), murió el Profeta – La Paz y Bendiciones de Dios sean con él – Mientras le sobrevenía la muerte no dejaba de aconsejar a su gente: “No hagáis de mi tumba objeto de adoración, como lo hicieron las gentes anteriores con sus profetas… Sed asiduos a la oración.” Desde ese día, este hombre extraordinario que, como mínimo, estuvo a la altura de los más grandes profetas, estadistas, guerreros, teólogos, legisladores, oradores y filósofos, reposa en Medina, en el lugar donde le sobrevino la muerte. Solo cien años después de su deceso, el mensaje del Islam llegaba a Francia y España en Occidente y a China en el Oriente. (Hoy, sus seguidores suman más de mil millones de personas en todos los países del mundo y el Islam es la religión de más crecimiento en la tierra.)
Los musulmanes no adoran a ningún profeta, sino que siguen a todos los mensajeros y profetas en la adoración exclusiva de Dios, el Único, el Todopoderoso.
Musulmán: Es quien se somete a Dios y cumple con Sus leyes, puede ser de cualquier nacionalidad.
Árabe: No es igual que Musulmán, el árabe se refiere a un idioma y una raza, la raza árabe profesa diferentes religiónes, aunque en su mayoría son musulmanes.