El Boletin Islamico Edicion Numero 10

Pagina 22 The Islamic Bulletin Volume XX No. 4 HISTORIAS DE LOS SAHABA JADIYA (R.A.) El Profeta Muhammad (saws) siempre recordó a jadiya (ra) con amor, afecto y gratitud. Jadiya al-kubra era la hija de Juwailid ibn (hijo de) Asad del clan de Banu Hashim. El padre de jadiya era un comerciante y hombre de negocios cuya vasta riqueza y talento para los negocios fueron heredados por Jadiya. A pesar de que la sociedad en la que nació jadiya era terriblemente machista, Jadiya obtuvo dos títulos: AmiiratQuraish (princesa de los Quraish) y al-tahira (la pura) debido a su impecable personalidad y carácter virtuoso, sin mencionar su noble ascendencia. Ella solía vestir y alimentar a los pobres, ayudar economicamente a sus familiares, e incluso proveer para el matrimonio de aquellos parientes que no tenían los medios para casarse. Al principio el Profeta Muhammad (saws) fue contratado por ella para manejar todas sus transacciones comerciales. El Profeta era un joven de 25 años, y a pesar de venir de una familia noble, fue un huérfano y no un hombre de muchos recursos; se ganaba la vida humildemente cuidando ovejas en las colinas que rodeaban la ciudad. Sin embargo, él tenía una impecable moral, y fue ampliamente conocido como el hombre más honesto en La Meca. Jadiya estaba buscando alguien honesto para manejar y dirigir su negocio. Después de que él regresó de su primer viaje de negocios, Jadiya le preguntó a su sirvienta Nufaysa, a quien había enviado con él, acerca de Muhammad (saws) y su conducta. Nufaysa la dejó estupefacta con su reporte: este jóven era el hombre más amable y gentil que jamás había conocido. Nunca trató a los sirvientes con severidad, como muchos otros. Tomó la mercancía de su empleadora, la vendió y con las ganancias compró otra mercancía que vendió de nuevo, obteniendo así doble ganancia. Nufaysa también le relató un milagroso suceso en el desierto, en el que ella y Muhammad (saws) viajaban en el intenso calor, ella notó que una nube los había seguido todo el tiempo dándoles sombra del sol abrasador. Jadiya deseaba casarse con este hombre honorable, conocido en toda la Meca como al-Amin (el confiable). Entonces Jadiya envió a su sirvienta al Profeta. Nufaysa fue donde Muhammad (saws) y le preguntó por qué no se había casado todavía. Ella le preguntó: “¿Por qué no se ha casado todavía?” “Por falta de medios,” él (saws) respondió. “Y si yo le propusiese una esposa de nobleza, belleza y riqueza, ¿le interesaría?, ella le preguntó. Él le respondió afirmativamente, pero cuando Nufaysa mencionó a Jadiya, el jóven empleado respondió asombrado. “¿Cómo podría casarme con ella? Ella ha rechazado a los hombres más nobles de la ciudad, mucho más ricos y prominentes que yo, un pobre pastor”, él (saws) replicó. “No te preocupes”, ella respondió, “Yo me encargaré de ello”. “Por mi parte,” él dijo, “Yo estoy dispuesto”. Nufaisa retornó con las buenas noticias a Jadiya. Poco después, la exitosa mujer de negocios se casó con su joven empleado en una ceremonia celebrado por Abu Talib el tio del Profeta Muhammad (saws). Así empezó uno de los matrimonios más amorosos, felices y sagrados en toda la historia de la humanidad. A la edad de 25 Muhammad (saws) se casó con Jadiya que tenía en ese entonces 40. Estuvieron casados por 25 años, y ella le dio siete hijos; 3 varones y 4 mujeres. Todos los hijos varones murieron a muy temprana edad. Jadiya (ra) fue una fuente de inmenso amor, fortaleza y consuelo para el Profeta Muhammad (saws), y él se apoyó en este amor y soporte en la noche más importante de su vida. El Profeta (saws) solía ir regularmente a meditar y reflexionar sobre los acontecimientos que se suscitaban en Meca con los cuales él (saws) no estaba muy feliz. Muhammad (saws) se recluía en la cueva del Monte Hira y se quedaba en adoración tres dias y noches. Mientras él se encontraba meditando en la cueva de Hira, el Ángel Gabriel (as) vino al Profeta Muhammad (saws) y le reveló los primeros versos del Qur’an y le anunció que él iba a ser un Profeta. Lo que sucedió aterrorizó al Profeta Muhammad (saws), y fue corriendo a su hogar apresurandose a los brazos de Jadiya (ra) pidiéndole que lo cobije y lo cubra, “¡Zamiluni! ¡Zamiluni! “¡Cúbreme!, ¡Cúbreme!” ¡Dathiruni! ¡Dathiruni! “¡Abrázame!, ¡Abrazame!” y ella lo hizo. Ella estaba desconcertada por su terror, y después de confortarlo y calmarlo por un momento, el Profeta (saws) pudo calmarse y le contó lo sucedido. Ella fue un pilar de fortaleza en uno de los momentos más decisivos de la historia. Ella estaba ahí para él, lo apoyó, creyó en él y lo alentó. El Profeta (saws) creyó que estaba perdiendo la cordura o siendo poseído, pero Jadiya (ra) calmó todos sus temores, le dijo: “¡Que Allah no lo permita! Ciertamente Él no dejará que tal cosa suceda, porque tú hablas con la verdad, eres fiel en lo que se te confía, soportas las afliciones de la gente, lo que ganas en el comercio lo gastas en buenas obras, eres hospitalario y ayudas a tus semejantes”. Luego, ella lo llevó donde su primo, Waraqah ibn Nawfal, un erudito versado en las escrituras Judeo-cristianas, y confirmó al Profeta (saws) que su experiencia venía de Allah y que él iba a ser el Ultimo Profeta. “Juro por Aquel en Cuyas Manos se encuentra la vida de Waraqa, Allah te ha elegido para ser el Profeta de esta gente. Ellos te llamaran mentiroso, te perseguirán, te desterrarán y pelearán contra ti. ¡Oh cuanto quisiera vivir en esos dias y luchar a tu lado!” Después que comenzó su mission, y la oposición de su gente se tornó dura y brutal, Jadija (ra) estuvo siempre ahí para apoyar al Profeta Muhammad (saws) sacrificando toda su riqueza a favor de la causa del Islam. Cuando el Profeta Muhammad (saws) y su familia fueron desterrados a las colinas en las afueras de Meca, ella fue allí con él, y los tres años de penurias y privaciones la llevaron finalmente a su muerte. Fue así como el Profeta (saws) perdió a su amada esposa y amiga, la primera persona en aceptar el Islam y darle su apoyo. Ella había sido un refugio de todos sus problemas y, a través de su buen corazón, la mejor compañia en su sufrimiento, él amó mucho a Jadiya. Esto ocurrió en el 619 D.C. el año que pasó a ser conocido como el ’Año de la tristeza’. Poco después de esto, el tio y protector del Profeta Muhammad (saws), Abu Talib, también murió. Un día, años después que Jadiya murió, él encontró un collar que ella se había puesto. Cuando lo vió, él la recordó y comenzó a llorar. Su amor por ella nunca murió, tanto así que su ultima esposa Aisha se puso celosa de ella. Una vez, ella le preguntó al Profeta (saws) si Jadiya habia sido la única mujer digna de su amor. El Profeta Muhammad (saws) le respondió: “Nunca Allah SWT me dió una mejor esposa que Jadiya. Ella aclamó mi misión cuando todo el mundó se opuso. Ell me apoyó con su convicción cuando apenas hubo un creyente. Ella animó mi corazón cuando me sentí solo y abandonado. El amor de Jadiya me fue dado por Allah SWT, ¿Cómo podría olvidarla?

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