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Mi nombre es Rick Fenton y acepté el Islam en el año 2008.

Cuando estaba en 3er grado, asistía a una escuela católica.

Cada mañana, iba a Misa y escuchaba el sermón de un

sacerdote que usaba un versículo de la Biblia como base de

su Misa. Yo conocía la Biblia, pero no me había conectado

con ella. Todos los sermones que

había escuchado en los dos años

de la escuela católica nunca me

habían impactado tanto como

este sermón particular.

El verso me conmovió tanto

que cuando volví a mi salón de

clases, le pedí a mi profesora, una

monja, una copia de la Biblia para

poder buscar el verso y leerlo yo

mismo otra vez.

Esto le sorprendió bastante y me

dijo que sólo el sacerdote podía

interpretar la Biblia para nosotros

porque él era el intermediario entre Dios y nosotros.

Me explicó que al no haber estudiado en el seminario y

preparado durante años, no podría entender los misterios de

la Biblia.

Yo sabía que eso no era cierto, y se lo dije. Pero eso no fue

de su agrado. Recibí un buen golpe en las manos gracias a

mi solicitud. ¿Puede imaginarse una monja castigando a un

niño por querer leer la Biblia por sí mismo?

Mirando al pasado, puedo darme cuenta cómo Alá estaba

trabajando en mi vida a esa temprana edad, guiándome. Lo

digo porque he aprendido de primera mano la diferencia

entre la religión y Dios, y ser religioso y tener una relación

personal y directa con el verdadero y único Dios, Alá.

Bueno, finalmente conseguí una copia de la Biblia y la leí.

Parecía que ningún católico que yo conocía leía la Biblia

a fondo. Me sorprendí al encontrar algunas cosas muy

inquietantes. La primera cosa que me pareció molesto era

el hecho de que en la iglesia hay varios santos y estatuas;

la Virgen María con Jesús como un bebé, Jesús como un

hombre, sin mencionar la enorme cruz con Jesús colgando

sobre ella en agonía. Esto me hizo dar cuenta de que los

católicos no creían en un solo Dios, sino que también creían

en los santos, María y Jesús.

Todo esto era muy contradictorio con la Unicidad de Dios.

Violaron el primer mandamiento que dice: “Yo soy el Señor

tu Dios, no pondrás otros dioses delante de Mí. No te harás

imagen, o semejanza de alguna cosa que esté arriba en el

cielo, o que esté abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de

la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo,

el Señor tu Dios, soy un Dios celoso”.

Mantuvieron la Biblia fuera de las manos de la gente común,

porque tenían miedo de que al leerla, usted comenzara a

cuestionar algunos de los rituales, tradiciones y enseñanzas

que tan cuidadosamente enseñan, en lugar de leer la Biblia y

llegar a conocer a Dios.

Yo estaba muy desilusionado. Si violaban su propio 1er

mandamiento y podían manipular a sus seguidores de tal

manera, no quería saber nada de la religión Católica. Por

eso, en los siguientes años estudié, aprendí y obtuve buenas

notas en todo, excepto en el catecismo que me enseñaban.

Yo estaba decidido a no ser parte de una religión falsa. No

estaba seguro cual otra religión era falsa, pero sabía que los

católicos habían equivocado.

Sin embargo, estoy agradecido a ellos por brindarme un

currículo fantástico. Las monjas hicieron todo lo posible para

darnos una educación completa. Tuvieron éxito. Honestamente

puedo decir que la educación que me dieron en esos años de

escuela primaria era de la más alta calidad.

Por cierto, mis padres pagaron un ojo de la cara por eso. Y, en el

7mo grado cuando estaban un poco más cortos de dinero para

pagar el 8vo grado me sacaron de allí. Independientemente de

que mis padres siempre pagaron mi matrícula y yo había asistido

a la escuela desde el 1er grado. Esa fue la caridad católica que

recibí.

Pero, Alá hizo que mi corazón no estuviera decepcionado de Él

sólo porque los hombres me habían fallado, y la religión había

resultado ser menos que satisfactoria. Se suponía que Él debía

ser el objeto de nuestra fe, nuestra confianza, nuestra adoración

y nuestra devoción, y no nada ni nadie ni ninguna tradición

religiosa.

Fui a una escuela pública para 8vo grado y descubrí un mundo

completamente nuevo. Ese mundo incluyó las drogas y el

alcohol. En el verano entre el octavo grado y mi primer año de la

escuela secundaria, empecé a consumir drogas en exceso. Utilicé

agujas para inyectarme LSD, heroína, cocaína, metanfetaminas,

barbitúricos, y cualquier otra cosa que pudiera tener en mis

manos. Fumé enormes cantidades de marihuana y bebía alcohol

mezclado con todo. Yo estaba básicamente drogado todo el

tiempo.

Continué negociando drogas porque tenía que ganar dinero

para pagar mi hábito. Los chicos con los que me uní eran en

algunos casos hasta 20 años mayores que yo, así que aprendí

cómo negociar las drogas rápidamente, y con bastante éxito.

Durante un tiempo yo estaba haciendo más dinero en un día

del que mi padre hacía en una semana. Esto me permitió dejar

mi casa a los 15 años de edad, y vivir con unos amigos, pagando

mis gastos gracias al negocio de las drogas. También me permitió

mantenerme drogado todo el tiempo sin que mis padres

supieran. Como siempre, Alá tenía otros planes para mí. Todo

terminó la noche que me atraparon con 700 pastillas de LSD

en la Feria Estatal de California en el verano de 1967. Eso fue lo

mejor que me ha pasado.

Mi mamá y mi papá, a quienes no había visto en más de 4

meses me justificaban y al mismo tiempo estaban preocupados

y molestos conmigo. En un increíble acto de amor, mi padre,

después de escuchar a un psicólogo que me entrevistó en la

cárcel, comprendió que la única manera eficaz de conseguir que

me curara completamente, era con un cambio de vida- nueva

ciudad, nuevos amigos, nueva escuela, todo nuevo. Entonces,

vendió su negocio y empacó y toda nuestra familia se mudó

de Sacramento a la bahía de San Francisco. Él quería darle a su

hijo mayor la oportunidad de vivir una buena vida porque me

amaba. Aprendí muchas lecciones de mi padre, pero ninguna

más importante que renunciar a todo para hacer lo correcto.

Alá me bendijo con un buen hombre para un padre. No un

musulmán, por desgracia, pero sí un hombre muy sabio y bueno.

Hice todo lo posible para deshacer lo bueno que mi padre había

hecho, pero nunca me inyecté drogas otra vez ni a negociar con

ellas. Sin embargo, continué tomando drogas. Continué con

polvo de cocaína por la nariz, la marihuana, y beber alcohol a

diario.

Cuando me enamoré y me casé fue fácil renunciar a mis propias

creencias y tener una boda tradicional judía porque mi esposa

y su familia eran judíos. Mis dos hermosas hijas, que son judías,

nacieron de ese matrimonio. Ellos son la luz de mi vida hasta

hoy.

Trabajé duro durante mi matrimonio y mi esposa y yo pudimos

comprar una casa, tener dos buenos carros, y vivir una buena

vida. Una vida cómoda. Una que iba a durar, pensé.

Pero Dios tenía otro destino para mí, y me enteré un día que mi

encantadora esposa, a quien tanto amaba, había estado con otro

hombre, y quería terminar nuestro matrimonio. Este fue un duro

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